Arturo Soria, pionero y emprendedor, y su Ciudad Lineal
24 marzo 2011
Hoy os hablamos sobre otro ensanche de Madrid, un nuevo barrio que hace más de un siglo fue referencia no sólo para nuestra ciudad: tuvo repercusión internacional y contribuyó a establecer las bases del urbanismo como una disciplina moderna. Nos referimos a la Ciudad Lineal de Arturo Soria. A muy pocos minutos de Valdebebas, la calle Arturo Soria no nació de una forma arbitraria: fue la obra de un empresario, político, editor y, a la postre, urbanista que cambió muchos esquemas, creó una utopía y todavía vivió para verla hecha realidad en parte. La creación de la Ciudad Lineal determinó la fisonomía de toda una zona de Madrid y revolucionó el modo de vida de un amplio grupo de ciudadanos que le siguieron en su visión de futuro. Soria se basaba en ideas que hoy consideramos básicas pero no tuvieron quién las enunciara hasta los inicios del siglo XX. El empresario contemplaba la deshumanización de las grandes ciudades producida por la industrialización descontrolada del cambio de siglo. Esta creaba barrios que carecían de las condiciones sanitarias más básicas, donde los trabajadores de las fábricas, en su mayoría recién llegados de otras provincias vivían en situaciones de hacinamiento. Así, amparado por un grupo de pensadores que se dieron en llamar higienistas, Soria planteó utilizar una zona alejada de la ciudad para crear y urbanizar una calle, que en forma de anillo se planteaba que rodease por completo la ciudad de Madrid. Pero su proyecto visionario iba mucho más allá: sería el primero de otros anillos que rodearían otras ciudades cercanas, y en sus planes, finalmente acabarían por unirse entre sí mediante calles-pasillo de conexión. Todo ese sistema de ciudades lineales en anillo estaba basado en un medio de transporte, una gran novedad de su tiempo, el tranvía. Símbolo de los nuevos tiempos, este tren en superficie al que se le reservaba la franja central de la calle, sería el principal medio de transporte entre los distintos puntos de la franja urbana. El empresario pudo construir parte de su sueño adquiriendo terrenos que en aquellos momentos tenían menor valor en el mercado, pues estaban alejados del núcleo urbano de Madrid: en sus proximidades solamente se encontraban dos colonias de viviendas: Prosperidad y La Guindalera. 
Arturo Soria no consiguió realizar su utopía en los ambiciosos términos en los que la planteaba, pero logró, no obstante, construir una parte de ella en la calle que hoy lleva su nombre. Esta se llevó a cabo a escala mucho más modesta que lo planteado inicialmente. Pero también consiguió crear en esa calle una microsociedad de pioneros que le siguieron convencidos, cambiaron su su modo de vida, y adoptaron los principios de lo que llamaron el ?linealismo?. La propuesta, en tiempos de condiciones de vida infrahumanas, era muy atractiva. Y el lema: ?Para cada familia una casa; en cada casa una huerta y un jardín?. En el barrio llegaron a construirse y funcionar edificios sociales, culturales y de ocio y hubo un teatro, una casino, una plaza de toros y edificios educativos como el Colegio de Huérfanos de la Armada. Además, el barrio se llenó de viviendas, estupendas muestras de arquitectura modernista y regionalista, de las que hoy sobreviven sólo unos pocos ejemplos. En las cercanías y como parte de las actividades para unir a la comunidad al aire libre y fomentar el respeto a la naturaleza, se celebraba cada año la Fiesta del Árbol. Algunos de los árboles que plantaron, hoy son grandes ejemplares de pinos en el vecino Pinar del Rey.
