11 noviembre 2020
El sector inmobiliario debe convertirse en el motor de la economía en 2021. Esta afirmación responde casi más a una necesidad que a un deseo. Con todo, últimamente parece que desde algunas administraciones se quiere remar en una dirección, sino opuesta, sí demasiado tangencial a las necesidades que plantea la actualidad.
La realidad post pandemia, sin duda, ha quebrado muchas de las expectativas que inversores privados, institucionales, pequeñas y grandes empresas tenían depositadas en el inmobiliario como el revulsivo y dinamizador de la economía que siempre ha sido. Bien es cierto, también, que aún no hay post nada, pues todo apunta a que la superación de la crisis sanitaria más demoledora que recordamos está aún lejos de alcanzarse.
Ante esta situación algunas comunidades, como la de Madrid, se empeñan en seguir colocando los cimientos para que el sector inmobiliario pueda convertirse en vector de recuperación. La nueva regulación de la Ley del Suelo madrileña así lo atestigua.
Valdebebas es el último gran proyecto urbanístico del norte de la ciudad de Madrid. Casi 30.000 personas ya viven en el barrio, a las que constantemente se siguen uniendo nuevos vecinos. La singularidad de este nuevo barrio, que alberga actualmente alrededor de 7.500 viviendas, de las cuales más de 4.300 han acabado obras, reside en la combinación de usos (residencial, oficinas, comercio, hoteles, centros de ocio y equipamientos públicos) y la recuperación del uso mixto, junto con eficaces comunicaciones y una gran conectividad a las redes de transporte público. Los valores del proyecto se centran en la recuperación del espacio público de calidad, la accesibilidad para personas con discapacidades, la protección del patrimonio natural y el énfasis en distintos aspectos de sostenibilidad. Forma parte del barrio el Parque de Felipe VI, verdadero nuevo pulmón verde de Madrid, con una extensión mayor que Central Park de Nueva York y que recrea los más destacados ecosistemas forestales autóctonos. En Valdebebas se ha creado un modelo de ciudad compacta en la que es viable la presencia de todos los equipamientos públicos, y que se puede recorrer a pie o usando sus 27 kilómetros de carril-bici urbano.